viernes, julio 10, 2009

El Juego del Jabón




La familia Pilatos es una familia extraña que se dedica a excéntricas actividades. (Tal vez sean parientes de aquella otra familia cortaziana de cronopios.)

Cuando falta el jabón en la casa, se interesan en el hipermercado por una de esas ofertas de “Pague uno y lleve tres”. Una vez adquirida y de vuelta al hogar, guardan dos pastillas en algún cajón y con la tercera comienza el juego. Éste es de reglas sencillas. Consiste en que desde primera hora de la mañana los miembros de la familia se dedicarán a lavarse las manos con frecuencia suficiente como para agotar la pastilla de jabón lo antes posible. El que consiga terminar con los últimos restos de ella, será proclamado ganador y se verá agasajado con pequeños regalos por parte del resto de la familia: un pisacorbatas, una prenda de ropa interior, un frasquito de agua de colonia…

Hay que explicar que mientras se desarrolla el juego, los componentes de la familia Pilatos no renuncian a sus hábitos diarios: desayunan, barren el salón, leen el periódico, cocinan, acuden al trabajo o a la escuela, etc. Son todas personas serias y disciplinadas que más que jugar parecen cumplir con una obligación. Por eso, la única diferencia que existe entre una jornada normal y otra dedicada al juego del jabón es que en esta última, claro está, las visitas al baño para lavarse las manos, son constantes. Hasta el pequeño Rafalín Pilatos, de tan sólo dos años, tiene a su disposición un barreñito de plástico azul donde realiza sus lavatorios, aportando con ello su no despreciable parte en la actividad.

Casi siempre, a la caída del sol, y tras los numerosos maniluvios, la pastilla de jabón se acaba y con ella, como decimos, el juego. Es entonces cuando la madre prepara para todos una merienda de chocolate con picatostes (o con churros, porque al hijo mayor no le gustan mucho los picatostes) y en serena armonía comentan los incidentes del juego o celebran algún lance destacado. Después y no sin cierta ceremonia se le hace entrega al ganador de los pequeños obsequios. Ven la televisión, cenan frugalmente y luego marchan a ocupar sus camas. Los que perdieron concilian el sueño con la ilusión de ser los campeones en el futuro certamen que se desarrollará al cabo de dos semanas. La madre, como una protectora mamá osa, bosteza satisfecha de saberlos tan cohesionados.

Shhhhh. Buenas noches, familia Pilatos.


© Sap.

es.humanidades.literatura

10/07/2009

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